Thursday, April 09, 2009

"...El acto de la procreación es algo bastante convincente..."


- Pero en sus Sagradas Escrituras se habla del agua clara y pura... ¿por qué no la vierte?

- Tal vez - dijo tembloroso - , porque, siguiendo su comparación, m encuentro al final de una larga cadena que saca el agua del pozo, yo soy tal vez la pieza número cien o número mil de la cadena y el agua ya no está tan fresca... y otra cosa, Schnier, ¿me oye?

- Le oigo.

- Puede usted amar a una mujer sin vivir con ella.

- ¿De veras? Ahora probablemente empezará a hablar de la Virgen María.

- No se burle, Schnier, no le sienta bien.

- No me burlo de nada; soy totalmente capaz de res petar lo que no entiendo. Sólo encuentro que presentar como ejemplo a la Virgen María a una muchacha que no quiere hacerse monja, es una equivocación fatal. Pronuncié incluso cierta vez una conferencia sobre este asunto.

- ¿De veras? ¿Dónde?

- Aquí, en Bonn, delante de unas muchachas, delante del grupo de Marie. Vine de Colonia una tarde que tenían velada, les hice un par de bufonadas y estuve charlando con ellas sobre la Virgen María. Pregúnteselo a Monika Silvs, prelado. Como es natural, con las niñas no pude hablar de lo que ustedes llaman deseo carnal. ¿Me oye aún?

- Le oigo y estoy asombrado. Se vuelve usted muy convincente.

- Maldita sea, prelado. El acto de la procreación es algo bastante convincente... si lo prefiere podemos hablar de la cigüeña. Todo lo que se dice, predica y enseña sobre ese convincente asunto, es falso. En el fondo de vuestro corazón, consideráis ese asunto como una marranada legitimada en el matrimonio en defensa propia contra la naturaleza... o bien os hacéis ilusiones y separáis lo corporal de aquello que también forma parte del asunto... pero precisamente eso que también forma parte es lo complicado. Ni siquiera la esposa que lo único que hace es aguantar a su marido es sólo cuerpo... y ni el más asqueroso borracho que acude a una prostituta, es sólo cuerpo, así como la prostituta tampoco lo es. Tratáis ese asunto como si fuera un cohete verbenero y... es dinamita.

- Schnier - dijo agotado - , me asombra lo mucho que ha reflexionado sobre el asunto.

- ¿Le asombra? Lo que debería asombrarle son los perros que no piensan en nada y que consideran a sus mujeres simplemente como una propiedad legal. Pregúntele a Monika Silvs qué dije a las niñas sobre eso. Desde que sé que pertenezco al sexo masculino, casi no hay nada sobre lo que haya reflexionado tanto y... ¿eso le asombra?

- No tiene usted idea, ni la menor idea de lo que es el derecho y la ley. Esas cosas, por complicadas que sean, tienen que reglamentarse.

- Sí, a mí ya me ha tocado un poco de vuestras reglas. Colocáis la naturaleza en una vía que llamáis adulterio... y cuando la naturaleza irrumpe en el matrimonio tenéis que enfrentaros con el miedo. Confesar, perdonar, pecar... et cétera. Todo legalmente reglamentado.

Rió. Su risa resultó ordinaria.

- Schnier, ya veo qué le pasa. Al parecer es usted tan monógamo como los asnos.

- Ni siquiera entiende zoología, y menos aún del horno sapiens. Los asnos no son monógamos, en absoluto, por muy inocentes que parezcan. Entre lo asnos reina una promiscuidad absoluta. Los cuervos son monógamos, los gasterósteos, el grajo, y a veces los rinocerontes.

- Marie, al parecer, no lo es.


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