Thursday, October 23, 2008
La dejé en el vestíbulo del cine y aunque mi casa estaba en el centro, a casi cinco kilómetros de allí, me sentía tan eufórico que volví andando. No hay nada como mandar a paseo a una chica que ha estado dándote una de cal y otra de arena, para tenerte al retortero, sonriendo como un imbécil, atraído y desdichado. Nada como la estupenda sensación de cortar el cordón de tus frustaciones, de marcharte para siempre, libre e independiente. Tal vez parezca extraño, pero el terminar con aquella muchacha de cuerpo rollizo y cabeza hueca fue uno de los actos más intensamente gratificantes de mi vida. Me sentía liberado, fuerte, invencible. Probablemente porque esperaba conseguir a una mujer hermosa, seria e inteligente -a pesar de que en realidad, por aquel entonces, esta no era más que un pequeño sueño-, me parecía que me desligaba no ya de Agi sino de todas aquellas tontadas insípidas e inútiles que hasta entonces pensé que me eran imprescindibles. Aquel domingo por la tarde, mientras iba hacia mi casa -volvía a ser primavera y yo iba a cumplir diecisiete años-, me sentía dueño de mi destino.
Stephen Vizinczey, "En brazos de la mujer madura"
Tuesday, October 21, 2008
Eine kleine sentence
"¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son"
Calderón de la Barca